En un futuro no muy lejano,
el renombrado neurocientífico Dr. Kormanstein había estado obsesionado durante años con desbloquear los secretos de la mente humana.
Su búsqueda lo llevó a descubrir una fórmula secreta, una combinación de neuroquímicos y tecnología avanzada que prometía desbloquear el potencial oculto de la mente humana.
Este descubrimiento revolucionario, conocido como “Overclocking Mental”, permitía aumentar la velocidad y la capacidad de procesamiento del cerebro humano,
proporcionando a quienes lo usaban una visión mental más allá de lo que se consideraba posible.
La técnica de Overclocking Mental implicaba la introducción controlada de neuroestimulantes específicos en el cerebro,
junto con la aplicación de impulsos eléctricos precisos para optimizar el rendimiento neural.
El proceso era delicado y arriesgado, ya que cualquier error podría tener consecuencias devastadoras para la mente del sujeto.
El Dr. Kormanstein,
confiado en su descubrimiento, decidió presentar su nueva tecnología al mundo.
En una conferencia magistral, explicó que el Overclocking Mental podía llevar a los individuos a alcanzar niveles de cognición y percepción sin precedentes.
Con la mente potenciada,
afirmaba, uno podía ver más allá de los límites de la realidad,
explorar ideas complejas en un instante y resolver problemas con una claridad asombrosa.
Sin embargo,
el doctor también advirtió sobre los peligros inherentes del Overclocking Mental.
Explicó que el aumento de la velocidad y la capacidad de procesamiento del cerebro conllevaba un riesgo significativo de agotamiento mental y,
en los casos más extremos,
la pérdida irreversible de la función cognitiva.
Comparó este estado con el de un “Mini Animal Mental”,
una referencia a la reducción drástica de las capacidades mentales hasta niveles básicos de supervivencia.
A pesar de las advertencias del Dr. Kormanstein,
muchos estaban ansiosos por probar esta nueva tecnología.
Algunos lo veían como una oportunidad para alcanzar el siguiente nivel de evolución humana,
mientras que otros estaban dispuestos a arriesgarlo todo por el poder y la visión mental que prometía el Overclocking.
A medida que la tecnología se difundía,
surgían historias de éxito y tragedia.
Algunos individuos experimentaban un aumento notable en su capacidad mental, logrando hazañas impresionantes que desafiaban cualquier comprensión previa de lo que era posible.
Otros, sin embargo, caían presa de los efectos secundarios devastadores, quedando atrapados en un estado de confusión y desorientación, incapaces de funcionar en la sociedad.
El legado del Dr. Kormanstein como pionero en la frontera entre la ciencia y la ética quedó sellado por su invención del Overclocking Mental.
A medida que la humanidad continuaba explorando las posibilidades de esta tecnología,
se enfrentaba a una decisión fundamental:
perseguir el poder y la visión mental a cualquier costo,
o aceptar los límites de la mente humana y buscar la sabiduría en la moderación y la precaución.