Aurora Mistery

Evelyn era conocida por su mente brillante y su destreza con las máquinas, capaz de resolver problemas que otros ni siquiera podían imaginar. Era una genio en todo lo que tenía que ver con tecnología y comunicación, una especie de hacker para bien, siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesitara. Pero en esta ocasión, la situación era delicada, incluso para ella.

Su amiga Aurora Mistery, una mujer enigmática y llena de secretos, había cometido un error. Aurora mantenía una relación secreta con dos amantes, ambos apasionados, pero completamente ajenos a la existencia del otro. Un día, en un descuido fatal, Aurora escribió una carta de amor para uno de ellos, pero accidentalmente la envió al otro. El mensaje estaba en camino y, si llegaba al destinatario incorrecto, todo su mundo podría desmoronarse.

Aurora, desesperada, acudió a Evelyn en busca de ayuda. Sabía que si alguien podía solucionar ese desastre, era ella.

—Tienes que hacer algo, Evelyn —rogó Aurora—. No sé cómo pasó, pero la carta está en camino al amante equivocado. Si la recibe, todo terminará. Lo perderé todo.

Evelyn, siempre serena ante el caos, empezó a trabajar. Sabía que el tiempo era crucial. El mensaje estaba en tránsito y cada segundo contaba. Usando su red de máquinas, sistemas y algoritmos, Evelyn logró interceptar el mensaje justo antes de que llegara a su destino. Era un milagro digital, un delicado acto de ingeniería que le permitió retrasar la entrega por unos preciosos cinco minutos.

Esos cinco minutos serían la diferencia entre el desastre y la redención.

—Lo he conseguido —dijo Evelyn con una sonrisa—. Tienes exactamente cinco minutos antes de que sea imposible cambiar nada. Corre.

Aurora salió disparada, casi sin tiempo para agradecer a su amiga. Se apresuró hacia el lugar donde el mensaje sería entregado. Apenas alcanzó al mensajero antes de que la carta cambiara de manos. Con una mezcla de alivio y adrenalina, Aurora consiguió reemplazar la carta por una nueva, esta vez con el mensaje destinado al amante correcto.

El mensajero, ajeno al drama que se había desarrollado, siguió su camino.

Aurora se quedó allí un momento, el corazón aún latiendo a toda velocidad, mientras la tormenta que había temido empezaba a disiparse. Había escapado, por poco.

De vuelta con Evelyn, Aurora no pudo contener la emoción. Aunque su vida amorosa estaba llena de secretos y complicaciones, en ese momento solo sentía gratitud.

—No sé qué habría hecho sin ti —dijo Aurora, abrazando a Evelyn con fuerza—. Me salvaste.

Evelyn, siempre la pragmática, sonrió.

—Para la próxima, ten más cuidado con tus cartas.

Y así, en una mezcla de tecnología, pasión y secretos, Evelyn había salvado el día. Aunque Aurora Mistery podría seguir jugando con fuego, sabía que siempre tendría a su amiga Evelyn, lista para apagar las llamas, aunque fuera con sus máquinas.

Pero Evelyn sabía que, más temprano que tarde, otro error podía desatar un caos aún mayor. Sin embargo, mientras tanto, disfrutarían del momento de victoria, al menos hasta la próxima aventura.


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